No tengo tiempo

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Suena la alarma, coges el móvil, miras los emails que te han entrado de buena mañana y empiezas a pensar en todo lo que tienes que hacer: reuniones, llamadas, continuar con ese proyecto que tienes a medias con tu equipo… Encima añádele tiempo para cocinar, comer, hacer algo de deporte, etc. 

Mientras vas pensando en todo esto te llega una notificación del grupo de WhatsApp del trabajo con una nueva tarea que añadir a tu lista ¿Cómo vas a sacar un hueco si ya tienes toda tu agenda completa? La repasas de arriba a abajo, pero es imposible, no tienes tiempo; así que parece que, de nuevo, tendrás que recortar la hora de la comida y pedir algo rápido para tomar en la oficina.

¿Alguna vez te ha pasado algo parecido? Apuesto a que sí. Quizá incluso esta sea tu rutina habitual. Cuando vivimos una situación similar, nos sentimos agobiados, deseamos que el día tuviese más horas; pero, al mismo tiempo, ver la agenda completa nos produce una cierta satisfacción, nos hace sentirnos útiles y creer que tenemos una vida plena. Es la “adicción a la acción”.

Vivimos en un mundo lleno de estrés, donde cada minuto cuenta. Por eso, es fundamental saber gestionar el tiempo del que disponemos. Según expertos de Harvard (Harvard Manage Mentor, 2019) la clave está en nuestra energía interna. Sí, sí, has leído bien: la energía. Todos tenemos un reloj interno que regula nuestra energía a lo largo del día y hace que algunos seamos más productivos al comienzo de la mañana; mientras que otros lo son más a primera hora de la noche. En contra de la creencia popular, ser un madrugador no es mejor que ser un búho nocturno. Ambas opciones son igualmente válidas. Lo esencial es conocerse bien para saber distribuir las tareas en función de cuándo tengas tus picos de energía.

Una vez identificado esto, debemos averiguar qué distracciones nos alejan de nuestros objetivos. Como imaginaréis, tener el móvil cerca no es lo más recomendable. Para ser más productivos, tampoco es conveniente dejarnos llevar por sentimientos como la frustración o la angustia. En esos momentos, reconocer cómo nos sentimos, levantarnos de la silla, despejarnos y volver más tarde es una decisión inteligente, no un símbolo de debilidad.

En definitiva, aprender a gestionar el tiempo es importante y no solo nos va a servir para nuestra vida profesional, sino también para la personal. Incluir en nuestro día a día esas pequeñas cosas que nos hacen felices y a las que renunciamos con la excusa de no tener tiempo, es fundamental. Porque recordemos, “cómo pasamos nuestros días es cómo pasamos nuestra vida” (Dillard, A. 1989).


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